La asistencia sanitaria pública se financia a través de los impuestos que pagan los ciudadanos. Este dinero, que es un importe retenido de los ingresos de las personas, sirve para pagar los sueldos de los empleados sanitarios y para financiar proyectos independientes.
Por su parte, la asistencia sanitaria privada se financia por un pago que acuerdan los beneficiarios. El precio de este servicio podrá variar dependiendo de la cobertura que elija cada persona.
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